Lóbulo Occipital
Trastornos de
cada función cortical propia de cada lóbulo
Corteza
orbitofrontal: Las lesiones de la COF resultan en desinhibición, la cual
varía de una conducta compulsiva verbal o física a actos social o sexualmente
inapropiados (Bechara et al., 2000; Fineberg et al., 2010). Los pacientes
usualmente escogen la recompensa inmediata en lugar de esperar, toman riesgos a pesar de las consecuencias y
son incapaces de anticipar las posibles consecuencias negativas de sus acciones
inmediatas; tampoco son capaces de reconocer lo inapropiado de sus acciones,
aunque pueden prevenirlas o responder a señales externas que indiquen
restringirlas. Se distraen con facilidad ante estímulos ordinarios
insignificantes y pueden involucrarse en conductas riesgosas y peligrosas, lo
cual sugiere que son incapaces de hacer un balance entre riesgo y recompensa
(Fellows, 2011) y puede ser hiperactivo e incluso hipomaníaco, sobre todo si la
lesión involucra la parte posterior de la COF. Los síntomas pueden aparecer de
forma esporádica, y con frecuencia son acompañados de irritabilidad, labilidad
emocional, conducta infantilizada (pueril) y, en ocasiones, sociopatía (Clark y
Manes 2004; Shamay-Tsoory et al., 2010).
Ejemplo caso clínico:
Un hombre de 67 años con demencia frontotemporal (DFT) fue hospitalizado
por presentar cambios graduales de la personalidad. Había vendido su exitoso
negocio, dejó de pagar las cuentas y acumuló grandes deudas por mercancía que
adquirió mediante un canal de ventas por televisión. Se volvió impulsivo y
desinhibido, acariciaba a su mujer en público, realizaba insinuaciones sexuales
a sus hijas y enunciaba ofensas raciales en reuniones sociales. Al mismo
tiempo, se volvió distráctil e hiperactivo y presentaba conductas compulsivas
como arrancarse de manera repetida el vello de sus brazos (tricotilomanía);
también exhibía conducta hiperoral, como comer constantemente. El paciente
cumplía criterios de DFT, quizá de origen familiar. Contaba con historial
familiar positivo de una demencia similar en su padre y en su abuelo paterno.
La tomografía por emisión de fotón único (SPECT) mostró hipoperfusión extensa
en ambos lóbulos frontales, con mayor severidad en el hemisferio derecho (figura
6-6). Sus cambios de personalidad iniciales, como la falta de juicio,
desinhibición y conductas inapropiadas, eran consistentes con el
involucramiento de la corteza prefrontal orbital.
Corteza prefrontal
ventromedial: Los pacientes con daño a la CPFVM presentan alteraciones
severas en la toma de decisiones sociales y personales. Estos individuos
puntúan de forma anormalmente baja en escalas de autoinforme sobre empatía
emocional, pero no en las de empatía cognitiva. Los pacientes con enfermedades
de la CPFVM pueden violar normas sociales e incluso cometer actos sociopáticos,
a pesar de que pueden distinguir entre el bien y el mal; no obstante, carecen
de las reacciones emocionales y empáticas que se asocian con las conductas
sociales anormales. (Young et al., 2010; Motzkin et al., 2011).
Ejemplo caso clínico:
Una paciente de 62 años fue readmitida a un hospital psiquiátrico después de
que intentó asesinar a su tía. La mujer presentaba el antecedente de cambios
conductuales importantes a la edad de 40 años, después de someterse a una
cirugía por pólipos nasales que se complicó por fuga de líquido
cefalorraquídeo. Antes de la intervención quirúrgica era una persona reservada
sin antecedentes psiquiátricos, pero luego de ésta se volvió disruptiva,
impulsiva, se ofendía con facilidad y con el tiempo desarrolló alucinaciones
religiosas y auditivas sobre asesinar a su madre, en conjunto con la creencia
de que de esta manera resolvería sus dificultades económicas. La paciente logró
ahogar a su madre en la bañera; sin embargo, fue declarada inocente por no ser
imputable debido a su estado mental, y fue enviada a una instalación
psiquiátrica de la cual fue liberada tiempo después; posteriormente fue
readmitida tras amenazar a su tía. Durante la segunda hospitalización
psiquiátrica, los estudios mostraron una lesión hipointensa en la CPFVM derecha
en la IRM (figura 6-9), así como un desempeño inferior en pruebas
neuropsicológicas de funciones frontales-ejecutivas. Este caso sugiere que la
psicosis secundaria, facilitada por una lesión en la CPFVM derecha, puede estar
alterada en la psicopatía y desencadenar conducta homicida en un individuo
vulnerable. Las lesiones en la CPFVM pueden asociarse a deficiencias en el
monitoreo de la realidad, en la apreciación de moralidad basada en la víctima,
alteración de la empatía y otras disfunciones del cerebro social, las cuales
recuerdan a los cambios demostrados por Phineas Gage, el famoso paciente
neurológico que, en 1848, sufrió una lesión de la CPFVM debido a una varilla de
hierro que penetró en su cerebro (Orellana et al., 2013)
Corteza prefrontal
dorsomedial: Los pacientes normalmente pueden presentar apatía. Justo después del inicio de
la lesión, el paciente suele presentar falta de espontaneidad y falla al
responder órdenes. Con frecuencia se observa incontinencia y el paciente parece
indiferente al problema. También puede observarse paresia del miembro inferior
si la lesión se extiende en sentido posterior y daña la corteza motora
primaria.
Ejemplo caso clínico:
La señorita A.C., una estudiante de 17 años, estaba involucrada en
competiciones de piano y ballet. De forma consistente, sus calificaciones eran
sobresalientes y no contaba con antecedentes familiares de problemas
psiquiátricos. Un sábado en la noche se encontraba con amigos cuando se vio
involucrada en un accidente: cayó de la cajuela de una camioneta y aterrizó con
la cabeza. En la escena del accidente estaba alerta y orientada, pero se sentía
mareada. En la sala de emergencias, la TC y el examen neurológico fueron
normales. Por ello, la mantuvieron en observación durante dos horas y después
fue dada de alta. Se le dijo a la madre de la paciente que su hija se
encontraba bien y que debía regresar a la escuela y a todas sus actividades en
lunes. Durante las siguientes semanas, la señorita A.C. fue incapaz de realizar
ballet o tocar el piano en la escuela, aunque no tenía problemas al practicar
en casa. Sus calificaciones bajaron, se deprimió e intentó suicidarse. La
evaluación neuropsicológica demostró que la paciente presentaba dificultades
para desempeñarse ante la presencia de interferencias (es decir, dificultad
para mantener el set mental), lo cual se considera evidencia de daño en la
región prefrontal. La paciente respondió bien a la terapia antidepresiva. Su déficit
frontal se resolvió de forma espontánea con el tiempo y continuó con sus
prácticas sin presión.
Corteza prefrontal ventrolateral:
Una lesión del área de Broca resulta en incapacidad para
producir lenguaje (afasia motora o no fluente con palabras y oraciones
agramáticas), no obstante, hay una mayor preservación de la habilidad para
entender lenguaje hablado o escrito. Una lesión en el hemisferio no dominante
puede resultar en aprosodia expresiva, en la cual, el lenguaje del paciente se
vuelve monótono y carente la información emocional que por lo general provee el
ritmo y énfasis de las palabras y frases.
Ejemplo caso clínico:
El Sr. C.C., de 65 años de edad, sufrió un infarto cerebral en el
hemisferio derecho que resultó en parálisis del brazo izquierdo. Después de ser
dado de alta del hospital, notó que su esposa y otras personas a su alrededor
no se mostraban tan sensibles con él, como lo eran antes del infarto. Se dio
cuenta que mostrarse enojado o simplemente intentar verse o escucharse enojado
no tenía ningún efecto en las personas, por lo que debía explotar con rabia
para expresar su punto de vista. Su esposa solicitó que viera a un psiquiatra.
Al evaluarlo se encontró que el Sr. C.C. presentaba aprosodia expresiva severa;
por lo tanto, era incapaz de expresar enojo, alegría, tristeza o incluso
curiosidad.
Corteza prefrontal
dorsolateral: Las lesiones causan anormalidades en las funciones ejecutivas
y en la conducta dirigida a metas (Haber y Knutson, 2010). Los pacientes pueden
mostrar desinterés general, apatía y falta de reactividad emocional; y en
algunos casos presentan un lapso atencional reducido, dificultad para atender
estímulos relevantes e incapacidad para organizar eventos en una secuencia
temporal. Con frecuencia se sienten cómodos siguiendo procesos establecidos de
pensamiento y rutinas, y pueden demostrar perseveración y conductas
dependientes de los estímulos. Al evaluar las funciones de la CPFDL, los
pacientes demuestran dificultades en pruebas que involucran secuenciación,
establecimiento, mantenimiento y cambio de una conducta establecida. Cuando
existe mayor involucramiento de la CPFDL izquierda, el resultado es una
reducción en la fluidez verbal o la habilidad para buscar palabras dentro de
una categoría semántica (p. ej., palabras que empiezan con la letra “f”).
Cuando existe mayor involucramiento de la CPFDL derecha, se presenta una
reducción en la fluidez no verbal (de diseño), o en la capacidad de crear
diseños a partir de un número limitado de puntos. Por último, los pacientes
presentan un desempeño deficiente en la Tarea de clasificación de cartas de
Wisconsin (Wisconsin Card Sorting Test), que quizás es la prueba
neuropsicológica mejor conocida para el funcionamiento de la CPFDL (Szczepanski
et al., 2014).
Ejemplo caso clínico:
En un periodo de dos o tres semanas, una mujer de 52 años presentó cambios
de personalidad caracterizado por desinterés, falta de participación y un
decremento en la habilidad para resolver problemas. Era maestra y había perdido
la capacidad de planear sus clases, procesar la retroalimentación de sus
alumnos y dar seguimiento a las tareas que dejaba. Por ello, se le realizó un
examen general y uno neurológico con resultados normales, excepto por la
evaluación de su estado mental, la cual mostró un decremento en el output
verbal, disminución en la iniciación motora, falta de preocupación y alteración
de las habilidades de secuenciación y cambio de set. La resonancia magnética
mostró reforzamiento de una masa dural sobre la convexidad del hemisferio
izquierdo con borramiento de los surcos en ambos lóbulos frontales (ver figura
6-7). La biopsia de la lesión mostró cambios consistentes con neurosarcoidosis
dural. Los cambios en su personalidad eran resultado de la presión que la masa
neurosarcoidea ejercía sobre la corteza prefrontal dorsolateral. La paciente
fue tratada con corticoesteroides (prednisona). Un mes después de iniciar el
tratamiento, una segunda IMR mostró decremento en la lesión dural, y una
revaloración neuropsicológica de igual forma mostró mejoría en todas las
medidas de funcionamiento frontal.
Cortezas motoras
Corteza motora
primaria: Una lesión de la corteza motora
primaria resultará en parálisis de la musculatura contralateral. Al inicio, los
músculos afectados se encuentran flácidos, pero con el transcurso de varios
días los reflejos regresan, se tornan enérgicos y los músculos exhiben
espasticidad. El control motor grueso reaparece después de varias semanas o
meses, sin embargo, los movimientos finos, en especial los de la mano, por lo
general se pierden de manera permanente.
Corteza premotora o
área premotora: Las lesiones unilaterales de la corteza premotora resultan
en una debilidad moderada de los músculos contralaterales del hombro y
pélvicos. La fuerza del antebrazo se mantiene sin afectación, no obstante, los
movimientos de asir se alteran cuando dependen de la acción de apoyo del
hombro. Los movimientos son lentos y existe perturbación de su estructura
cinética, así como de la secuenciación proximal-distal normal de la acción
muscular. Los movimientos en forma de molino de los brazos por debajo del
hombro son normales en dirección hacia el frente, pero se consideran anormales
cuando se intentan en dirección opuesta. Por último, los pacientes con lesiones
del área premotora exhiben déficit en los movimientos guiados de forma visual.
Área Motora
Suplementaria (AMS): El déficit clínico debido a una cirugía (resección de
tumores) o a un infarto de la arteria cerebral anterior pueden producir una
lesión del AMS. Las estructuras afectadas circundantes pueden incluir a la
CPFDL, la CCA y el cuerpo calloso anterior (ver sección Cuerpo calloso,
capítulo 13). Tal lesión del AMS puede resultar en negligencia motora (Krainik
et al., 2001), la cual se caracteriza por la subutilización del lado
contralesional, sin que existan defectos de fuerza, reflejos o sensibilidad.
Cuando la lesión del AMS es unilateral es probable que existan dificultades con
las rutinas motoras complejas del lenguaje, así como apraxia ideomotora de las
extremidades o incluso se puede presentar el fenómeno de la mano alienígena.
Los pacientes con afectaciones más severas y lesiones bilaterales del AMS
pueden presentar una marcada reducción del discurso o mutismo acinético. La
comprensión se mantiene normal y es posible recuperar el discurso; sin embargo,
el lenguaje espontáneo y propositivo puede mantenerse reducido. Los efectos
iniciales son profundos, en el transcurso de varios meses se logra una rápida
recuperación, aunque el lenguaje se recupera con más lentitud. Más aún, incluso
después de varios años pueden persistir errores en los movimientos complejos
repetidos de la mano (alternar supinación y pronación), así como titubeo en la
mano al realizar el movimiento reverso (Brugger et al., 2015; Tang et al.,
2015).
Ejemplo caso clínico:
De forma abrupta, un hombre diestro de 55 años comenzó a tener un lenguaje
vacilante y que requería gran esfuerzo. La evaluación mostró una dificultad
predominante en la fluidez articulatoria. El flujo de su discurso se alteraba
por la repetición de sonidos del lenguaje y porque hacía largas pausas mientras
se preparaba para el siguiente intento de enunciar. También presentaba
distorsión y sustitución frecuente de las vocales, resonancia fluctuante y una
cualidad vocal áspera y vacilante. En contraste, otras habilidades de lenguaje
como la lectura y la escritura estaban intactas. El paciente presenta esta
dificultad debido a una lesión del área suplementaria derecha. La neuroimagen reveló
un infarto hemisférico derecho de probable etiología embólica, que involucraba
a la rama pericallosa de la arteria cerebral anterior derecha (figura 6-4).
Este déficit ilustra que, a partir de una lesión del área suplementaria, se
genera una disrupción de rutinas motoras complejas para el discurso.






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